Tango para todos

Un vals del ´45 le rinde un “homenaje de amor a los cien barrios porteños”. Esa cifra duplica la realidad barrial pero indica mucho respecto del tango. Hoy son cerca del centenar, oficialmente rondan los 80, los espacios en los que, de lunes a lunes, miles de personas  bailan en sentido contrario al del reloj. En la escena tanguera actual sobresalen dos tendencias, una de criterio comercial más acentuado y otra en la que priman el aspecto social, el barrio y la militancia política. Ambas producen actividades: “hay para todos los gustos» y se disputan la pista al ritmo del dos por cuatro.

milonguera

Foto: D. Fratantoni para la web «El tango será popular».

Entrar a una milonga cuesta entre $30 y $40 pesos en promedio, pero existen también las gratuitas y al aire libre. Las revistas especializadas promocionan “la agenda” junto a la publicidad de indumentaria, a la vez que son vidriera de la farándula tanguera, desconocida para cualquier novato. Bailarines, cantantes y músicos se publican junto a terapistas y taxi dancers, en un popurrí que va de los workshops y seminarios a los eventos solidarios.

Todos parecen encontrar su lugar en esta industria que “mueve mucho dinero” pero pocos acceden a brindar cifras precisas. En el Ente Turístico de la Ciudad de Buenos Aires se publican datos con más de un lustro de antigüedad que indican que el turismo consume Tango en forma creciente. Fue noticia, en junio de este año, que Juan Fabbri, el mayor empresario del rubro y dueño de los restoranes Esquina Carlos Gardel, Piazzolla Tango y Tango Porteño, abrió un local en Manhattan en el que invirtió tres millones de dólares. “El negocio implica la posibilidad de facturar en dólares en el exterior, en momentos en que el turismo en la Argentina ha caído”, afirmó contrario a los viejos índices. En 2002 Fabbri declaraba que “el viejo tanguero se pone feliz de que existan más espectáculos sin que sepa que detrás de ellos se aplican estrategias de marketing. A ellos no hace falta explicarles ese asunto.” En esta línea, los locales que ofrecen cenas-shows  exclusivos, especialmente abocados al público extranjero, tienen precios que rondan entre los $250 y los $800 por persona.

Una emergencia novedosa es la que une, explícitamente, tango y política. El organizador de la milonga El Gardel de Medellín y referente de Militango por La Cámpora, Daniel Fratantoni, nos dijo al respecto que «en los circuitos tradicionales, vincular tango y política es mala palabra pero a la hora de pensar políticas, en la gestión macrista, al tango se lo cosificó, se lo empaquetó y lo muestran como un producto postalero para turistas.” En 2010 el jefe de gobierno porteño lanzó su ya famosa frase “el tango es la soja porteña” que luego fue matizada por su ministro de cultura, Hernán Lombardi, al aclarar que “no fue la frase más feliz, pero el tango es efectivamente un  producto de exportación.” Fratantoni enfatiza que “en la vereda de enfrente entendemos necesario pensar al tango como un espacio de inclusión. Instalamos 20 locales donde funcionan clases gratuitas y estimulamos los bailes en parques públicos para que la gente se tope con algo hermoso e identitario como es el tango. Colaboramos garantizando logística, piso desmontable, sonido, músicos, Dj`s y clases para que se puedan armar esos eventos donde se practica el tango de los barrios.” Respecto del mismo “tango social”, en “el mundillo tanguero” se habla de “la vuelta del tango a los barrios”, en referencia al fenómeno de resurgimiento de los clubes y bares antiguos como espacios milongueros.

Hace cuatro años moría Jorge, “Alorsa”, Pandelucos, el cantor del cuarteto platense “La guardia Hereje” que desde 2002 venía actualizando la letrística del género, acercándolo al que se practica hoy. Viene a cuento recordar lo que, allá por el 2008, recitaba Alorsa: “Señores, vuelve el tango, muzzarella y sin barullo, a reclamar de nuevo lo que es suyo, en plena juventud de sus 100 años. Vestido de bacán y en zapatillas. Se dejó el funyi viejo, para que no vayan a creer que da vergüenza; se arrancó el quincho color zanahoria, la biyú de lunfardos oxidados; se sopló las frituras de la solapa y se vino, en bondi. Lo acompañan musiqueros a la gorra, un coro de diarieros y de pibes. Dicen que se fue del barrio. ¿Cuándo? ¡Siga, siga! ¡La pelota no se mancha! Vuelve el tango. ¡Y que bufen los eunucos!”

Anahí Pérez Pavez/ C.C./ Comisión 6

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