La larga extensión que llevó el aislamiento social preventivo obligatorio en el AMBA y a nivel nacional, puso sobre la mesa un viejo dilema que tiene la Ciudad de Buenos Aires y afecta a todos sus habitantes: la escasez de espacios verdes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda una base de 10 metros cuadrados (m²) de espacio verde por habitante, sin embargo Buenos Aires tiene en promedio 6 m². De las quince comunas de la Ciudad, únicamente tres cumplen con los estándares mundiales ¿Cómo impacta este índice en nuestra vida cotidiana?
En primer lugar, es necesario indagar qué se entiende por espacios verdes. Si bien existen distintas definiciones, según el Código Urbanístico de la Ciudad, el término “Espacio Verde de Uso Público” hace referencia al área destinada a uso público, parquizado o agreste cuya característica principal es el predominio de especies vegetales y suelo absorbente. Gabriela Campari, Doctora en Ciencias Sociales y Licenciada en Planificación y Diseño del Paisaje, afirma que los espacios verdes son áreas fundamentales en la ciudad dado: “El predominio de sus especies vegetales, su suelo absorbente, su acceso y uso público y porque constituyen el marco y soporte físico de relaciones y prácticas sociales al aire libre, vinculadas con el esparcimiento y la sociabilización”.
A su vez, la investigadora remarca el tratamiento desigual que reciben los distintos tipos de espacios verdes, como los intrahospitalarios que son invisibilizados a pesar de sus importantes beneficios. “Permiten salir de las salas y espacios cubiertos hacia el aire libre y verde, a fin de practicar actividades vinculadas a la contemplación, la relajación, oxigenación y ambulación, estimulando el contacto con la naturaleza y sensaciones placenteras que disminuyen el estrés hospitalario, reducen la carga de dolor de la enfermedad y favorecen el alta precoz”, explica Campari.
La demanda de espacios verdes se encuentra condicionada por la expansión edilicia del área urbana. Para Christian Cordara, arquitecto y urbanista, “el espacio vacío conlleva una disputa para definir su apropiación y valorización económica”. En los últimos doce años, el Gobierno de la Ciudad transfirió al sector privado más de 400 hectáreas. En línea con esto, se encuentra la disputa por el proyecto de rezonificación de los predios de Costa Salguero y Punta Carrasco, que ya cuenta con la aprobación en primera instancia de la legislatura porteña. La segunda lectura se hará luego de la audiencia pública más masiva de la historia, que se llevará a cabo hasta fines de enero.

Dentro de las alternativas al proyecto oficialista, Juan Manuel Valdés, diputado nacional del Frente de Todos señala: «Presentamos un proyecto para que dado este problema construyamos un fondo de ejecución automática, es decir que todos los años se dispongan recursos hacia la construcción de esta brecha que nos falta cubrir. Nos hemos inspirado en acciones que han tomado otros gobiernos de la región, por otros gobiernos distritales. Por ejemplo en Santiago de Chile con la experiencia de las “plazas de bolsillo” donde se incentivó que los terrenos baldíos fueran destinados o reutilizados como plazas pequeñas para que los vecinos de una cuadra tuvieran su acceso a un espacio verde».
Los espacios verdes públicos pueden favorecer una movilidad segura, y el acceso a los servicios básicos para la población mejoraría la igualdad en materia de salud. Adoptar un enfoque que tenga en cuenta la salud en la planificación de espacios públicos ofrece la posibilidad de lograr el máximo número de beneficios secundarios.
Milagros Alonso, Santiago Gallego y Lautaro Zunino / L.Z. / C.01