La pérdida de olfato dificulta la calidad de vida, modifica el apetito e incluso el estado de ánimo en las personas. Hay dos tipos de alteraciones o trastornos del olfato: cuantitativo, que es la pérdida total o anosmia y el déficit o pérdida parcial de este sentido, denominada hiposmia.
La anosmia puede ser causada por trastornos congénitos, enfermedades neurodegenerativas o autoinmunes, traumatismos craneales, exposición a toxinas, enfermedades virales e inflamaciones rinosinusales.
- Atención: la pérdida del olfato se produce sistemáticamente por infecciones vírales (un simple catarro), bacterianas (sinusitis, por ejemplo) y poliposis nasal. Es un hecho normal que luego de estos cuadros el olfato regrese.
- No se deben pasar por alto los síntomas de depresión, pérdida de apetito y modificación del estado de ánimo. Son síntomas que pueden llegar a indicar el padecimiento de anosmia.
- La pérdida del olfato puede coincidir, aunque no necesariamente, con la pérdida del gusto. Ante problemas para detectar el olor de los alimentos, perfumes o aromas corporales, hay que consultar al otorrinolaringólogo más cercano a la brevedad.
- Recurrir a un médico brinda la oportunidad de realizar pruebas olfatorias y así establecer un diagnóstico certero.
- Existen diversas pruebas para conocer el estado del olfato. Se comienza con una anamnesis otorrinolaringológica seguida de distintas pruebas: endoscopia nasal, rinometría acústica , rinomanometría y olfatometría.
Ante cualquier consulta y/o duda al respecto, es pertinente acercarse a cualquier hospital o centro de otorrinolaringología.
Antonela Molas / AE / Comisión 3